domingo, 11 de octubre de 2009

Canción
(J. Miño – Orlando Veracruz)

Le pedí al ceibo el tambor
y al grillito mi violín
pero pa' ser el Tontoyogo
tiene que haber Mocoví...

Péguele al cura, Señor San Javier
ya péguele, ya péguele
que no nos deja salir con usted
¡Vaya a saber, vaya a saber!

Tengo sé de latagá
porque por pobre sufriendo
el blanco tiene libreta
por eso lo andan queriendo...

Péguele al blanco, Señor San Francisco
Sangre e’ nosotros junto pa' ser rico
porque no quiere
que te entre la indiada
déjelo atao pa' que pague
y se vaya.

También al toldo quisiera dentrar
a picar de mucho
pero es de balde tatita
la suerte se hace humo.

Péguele al turco, Señor San Javier
no vende fiao, no puede ser
trapo queriendo,
alpargata queriendo
cuero mostrando la pata en el suelo...

Pa'l rico mucha campana,
Pa'l indio mucho silencio
pareciendo que chirola
tira la soga e' los muertos.

El comisario no deja chupar,
péguele ya, péguele ya.
Tarde pa'l toldo llegó tata Dios,
indio se va, indio se va.
Ahora sí Señor San Javier
la vela que elevo la voy a prender.

Indio se va, muriendo se va
tarde pa'l toldo llegó tata Dios…
(*) El Tontoyogo es una danza mocoví.
El cuaderno del Cacique - Eduardo López

Domingo, 10 de Mayo de 2009 - Publicado en la Edición Impresa Diario Norte de Resistencia - Chaco -

El cuaderno es uno de esos de tapa dura, de 200 hojas, que se usaban antes como “el cuaderno único” en la escuela primaria. Está prolijamente escrito, renglón por renglón, con tinta y aquellas recordadas plumas “cucharita”. Lo acercó a manos del periodista, un amigo, que a su vez lo obtuvo prestado de otros amigos.

Fue escrito íntegramente por Francisco Nolasco Mendoza, más conocido como Cacique Catán. Tiene, en el retiro de la tapa dura, una dedicatoria que dice “Al gran amigo don Juan Carlos Borda con toda estima este pequeño presente de las historias y rica lengua aborigen y del aborigen de Santiago del Estero. Las Tolderías 23-VI-58”, con la firma de Francisco Nolasco Mendoza. El manuscrito es una fiel copia de uno de los manuales que se usaban entonces en los grados de la escuela primaria, con todo lo relacionado a Historia, Geografía, Ciencias Naturales e Instrucción Cívica. Y agrega una detallada gramática de la lengua quechua y un compendio de historia y costumbres de los aborígenes de Santiago del Estero, muy cercana al lugar donde vivía.
Historia del Cacique Catán
Falleció en Charata, el 7 de diciembre de 1974, cuando tenía 66 años. Había nacido el 23 de mayo de 1908 en Vera, Santa Fe, hijo del cacique mocoví Pedro José Nolasco y de Rosario Mendoza, hija de un cautivo cordobés. En 1922 la tribu se radicó en el paraje Las Tolderías, Colonia General Necochea, a 25 kilómetros de Charata. A los 22 años, y a la muerte de su padre, Francisco Nolasco pasó a ocupar el mando de la toldería, que por entonces se componía de unos 1500 indígenas que sobrevivían merced a una rudimentaria agricultura. El nombre de Catán se debe a que un teniente del Ejército, Eduardo Catán, fue su padrino de bautismo y se popularizó a través de un chamamé de Luis Mendoza y Tránsito Cocomarola que grabó con gran éxito Zitto Segovia. Según el historiador Carlos López Piacentini: “En 1930 Francisco Nolasco asistió a la escuela 91 de Pampa del Cielo, aprendió a leer y a escribir y a manejarse muy bien con el castellano. Por su amplio conocimiento de los problemas indígenas y por ser el más instruido, tanto por su ascendencia fue designado juez de Paz en 1944, al crearse el Registro Civil, cargo que desempeñó durante treinta años, hasta el día de su fallecimiento.” “También Catán gestionó muchas mejoras para su pueblo ante las autoridades provinciales, como pedidos para que se facilite a los aborígenes implementos de trabajo. Gracias a su gestión en 1972, se inauguró en esa zona un puesto sanitario, e impulsó la creación de la Cooperativa Nueva Pompeya”. “El cacique representa a los que fueron dueños y señores de esas tierras durante siglos y ante la agresión de los conquistadores debieron perderla, y sobre esta humillación aceptar ser marginados y explotados en nombre de un rey que no era de ellos y que no podía solucionar sus angustias”. Recordado discurso En el cuaderno del que hablamos, encontramos una perla salida de contexto y es un discurso que escribió para el Día del Aborigen el 19 de abril de 1958. Esa pieza oratoria dice: “Hermanos de raza: llegamos hoy a un nuevo día nuestro, es decir un nuevo Día del Indio Americano. Ayer, decir indio era decir desprecio y humillación. Hoy decir indio equivale a decir hombre del futuro, ciudadano postergado que está a la altura de todos los demás argentinos y que sólo espera justicia y comprensión. Por eso nos reunimos todos a la sombra de la bandera argentina. Gracias al esfuerzo de muchos hombres que nos comprendieron se celebra del día nuestro. Fue a raíz del congreso que representantes de todos los países de América celebraron en Patzcuaro, México. Allí se resolvió apoyar la incorporación del indio a la vida moderna y a darle un futuro de paz, justicia y bienestar. Allí se prometió borrar las huellas de la explotación y la humillación de millones de hermanos nuestros que viven al margen de todos los derechos humanos. No todos los países cumplieron ese compromiso. Pero muchos lo están haciendo. Y aquí, entre nosotros, se ha empezado, por obra del gobierno en algunos casos y por la acción de particulares y de instituciones benéficas que aspiran a hacer el bien. Pero la verdad es que poco se ha hecho en esa larga tarea. Falta por hacer lo más difícil. Dar tierras, semillas, herramientas al indio. Darle escuela y asistencia médica. Darle, en fin, la posibilidad de trabajar, de progresar, de aprender y convertirse en un ciudadano útil. Colocarlo en un plano de igualdad a todos los habitantes del país. Gracias a Dios, los nuevos gobernantes y, especialmente el gobernador electo del Chaco, nuestra provincia, señor Anselmo Duca, hay la firme decisión de ayudarnos, de cumplir con nosotros. Tenemos la seguridad, como chaqueños, que el gobierno de don Anselmo Duca no nos defraudará, porque él conoce muy bien nuestros problemas y nuestra triste situación. Y puede estar seguro el señor gobernador electo que sabremos agradecer su gestión y pagar su obra trabajando en forma ejemplar para grandeza de nuestra provincia y del país entero. No lo defraudaremos. Los paisanos quieren trabajar y ser útiles. Quieren progresar, y cuando alguien los ayuda, saben agradecer. Por eso decimos que este año (1958) el Día del Indio es el Día de la Esperanza del indio chaqueño en sus futuros gobernantes. Y estamos seguros que esa esperanza no será burlada”. Estas palabras fueron escritas y pronunciadas hace 51 años. Algo más de medio siglo y tienen rigurosísima actualidad. Salvo el nombre del gobernador del momento, lo demás podría repetirse sin temor a equivocarse. Las tierras, como lo mandó la Constitución en 1994, no han vuelto a sus legítimos dueños. La salud, la pobreza, la indigencia, la desnutrición, el abandono, la falta de vivienda, la ignorancia están al orden del día, tanto que hace apenas un año, en un hecho inédito, debió intervenir la Suprema Corte d Justicia de la Nación para que los gobiernos de la Nación y de la provincia se ocupen en serio de los pueblos originarios. No somos tan necios para afirmar que nada se hizo en estos 51 años. Existieron y existen acciones dignas de mención, pero son muy pocas, no alcanzan y todo está a la vista. Hasta habría que replantearse el papel del Instituto del Aborigen Chaqueño, que hasta ahora resultó un apéndice del gobierno del turno y que para muchas cosas es un ente burocrático y para nada autárquico como debiera ser. Se trata de una estructura de poder a imagen y semejanza de la administración pública y sin tener en cuenta la idiosincrasia aborigen.
El mensaje de Cacique Catán llega hoy como un nuevo llamado de atención, mientras los gobiernos preparan un plan de acción para presentarlo ante la Suprema Corte de Justicia. Para que los hermanos aborígenes dejen de ser de una vez para siempre un lugar en los discursos y en los planes escritos de los gobiernos de turno.

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